Entrevista exclusiva con el Conde Faber-Castell
1 de Abril de 2007 - numero_22
La responsabilidad social es una tradición y el porvenir es conciencia ecológica
Estábamos en uno de los edificios administrativos de Faber-Castell en Stein, Alemania, acabábamos de sentarnos en una sala de reuniones visiblemente impresionados ante la tradición y la organización que se nos mostraba a cada paso de nuestra visita. Sonó un teléfono y repentinamente todos tomaron sus abrigos, nos dijeron “si quieren una entrevista con el Conde, es ahora o nunca, es un hombre muy ocupado”. Rápidamente bajamos escaleras y atravesamos un largo y amplio pasillo que nos condujo a una puerta lateral, afuera junto al camino, los trazos de nieve vestían un paisaje de invierno, caminamos algunos metros hasta el edificio donde se encuentra el despacho del Conde.
Nos preguntábamos como sería este personaje, el Conde Anton Wolfgang Graf von Faber-Castell, lo conocíamos por su imagen pública pero nunca antes lo habíamos entrevistado, el hombre –nos decíamos- es un ícono de la industria de artículos para papelería, es la marca en persona. Al llegar, en una cálida sala de reuniones nos esperaba con café humeante, al poco tiempo impecablemente elegante, atravesó la puerta extendiendo su mano con una sonrisa cálida, la breve presentación dio paso a una conversación sobre sus hijos, los nuestros y casi a una charla de café, pero habíamos ido por una entrevista, inmediatamente su gerente de comunicaciones internacionales, Sandra Suppa, y su agente de prensa, Carolina Martinenghi, nos encauzaron.
• El Papel: Usted representa a la 8ª generación de una misma familia que dirige la firma, es la figura visible de Faber-Castell, todos reconocen que usted hace una excelente tarea de marketing presentándose como imagen de la marca de la empresa. ¿Cuándo supo que iba a ocupar esa posición dentro de la compañía? ¿cómo y desde cuándo se preparó para eso?
• Conde von Faber-Castell: Nunca me di mucha cuenta, independientemente me recibí como abogado y MBA, en realidad yo trabajaba en el sector bancario, donde empecé mi experiencia laboral. Respecto al marketing puedo decir que no es sólo desarrollar productos, aunque es una gran parte del negocio que consiste en estar al día con las nuevas tendencias, también tiene que ver con cifras y no sólo con colores. Al final del día no sólo quieres ver colores y campañas, debes fijarte en el reflejo de eso, debes fijarte en los números, en los estados de pérdidas y ganancias. Siempre debemos tomar en cuenta la creatividad. Es una estrategia más fácil, creo que debemos apelar a la curiosidad. Hay gente que no tiene sus ojos completamente abiertos. Se trata de poner interés a lo que puedes lograr con el producto, cómo se lo puede mejorar. Es muy interesante.
• EP: En Europa existe una corriente ambientalista, algo que no encuentra suficiente eco en otras regiones, como por ejemplo en EE.UU. ¿De qué manera piensa que puede influir sobre los industriales latinoamericanos, el liderazgo alemán en esta materia?
• FC: Esto sucede paso a paso. Creo que especialmente después de que Al Gore, ex Vicepresidente de los EE.UU. publicara su documental “La verdad que incomoda” (en mi caso fueron mis hijos, de hecho mis hijas gemelas quienes me hicieron verlo), existe ahora una visión más clara, particularmente en los EE.UU., de cómo crear conciencia sobre problemas ambientales. Sobre este tema se está tomando conciencia no solamente en América del Norte, sino que es algo que se está expandiendo a Sudamérica. El medio ambiente es un tema mundial, no sólo para Alemania sino que creo que todos los países debemos trabajar en equipo en pro de la protección ambiental.
• EP: Con el protocolo de Kyoto, la regulación de derechos de emisión afecta la productividad de las empresas. ¿las plantas de Faber Castel se han visto afectadas sólo en Europa o en todo del mundo?
• FC: Nos afecta en el sentido de que no negociamos con estos derechos de emisión. No los compramos ni los vendemos en la bolsa. Nos afecta tal vez en la productividad, es un hecho, pero además estamos trabajando en otros frentes, tenemos conciencia ecológica y compromiso con la naturaleza, hacemos crecer 20 cm3 de madera por hora. En Minas Gerais, Brasil, cultivamos cerca de 10.000 hectáreas propias de pinos, repoblamos árboles en un circuito ecológico cerrado, cada año replantamos un millón de árboles, la sustentabilidad es una responsabilidad para el futuro.
• EP: ¿Qué diferencias existen entre el modelo de negocios de Faber-Castell en Latinoamérica y en otros mercados?
• FC:En primer lugar nuestra tradición es un compromiso basado en la calidad, nuestra calidad habla el mismo idioma en todo el mundo, en segundo lugar esos niveles de calidad son alcanzados por nuestra gente, la gente es nuestro bien más importante. Tenemos modelos para integrar a los ejecutivos de los mercados locales a nuestro negocio. Nuestra filosofía ve la posibilidad de integrar a nuestros ejecutivos como accionistas de la compañía. Sucede a menudo que el gerente también es accionista. Yo creo que si alguien se considera a sí mismo como un accionista de Faber-Castell, esta persona se sentirá más responsable y será más cuidadosa en el manejo del negocio, eso brinda continuidad. El modelo en América Latina con respecto a la región europea o de Asia Pacífico es el mismo. Es un tratamiento estandarizado en todas partes; Alemania, China, India, América Latina, etc.
Casualmente el otro día comentaba sobre nuestra compañía en India, tener una franquicia o un distribuidor implica que no hay nadie que lleve puesta la camiseta directamente, esa es la verdad. Tenemos fuerte presencia en Latinoamérica, acabamos de instalar una empresa en Chile por ejemplo.
• EP:En América Latina su compañía tiene fábricas, centros de distribución, representantes y clientes, pero no todo es trabajo. ¿Qué puede contarnos de sus visitas a nuestro continente?
• FC: Recientemente estuve en Chile, teníamos sólo dos días pero aproveché para visitar sus viñedos y me parecieron particularmente bonitos. También recuerdo una ocasión en que fuimos a Brasil, para el 17º aniversario de Faber Castel en ese país, fue una fiesta muy grande en Sao Paulo y todos querían tomarse una foto con el Conde. La gente hizo cola durante dos horas para tomarse la foto, jamás lo olvidaré. Recuerdo también otra oportunidad, en los años 70´s mi familia y yo fuimos a Perú y yo quería conocer Cuzco, no por vía aérea, fui en auto desde Lima. A los 4.800 metros, en la cima, se veía todo el valle desde esa altura, con semejante inspiración comencé a hacer gimnasia –ríe al recordar- claro que después no aguanté ahí arriba más de un par de horas, pero fue fantástico! He viajado bastante, en varios países de América tenemos asociados y ellos también son accionistas. Creo mucho en este tipo de asociaciones, han funcionado muy bien.
• EP: ¿Cuándo visitará
la región nuevamente?
• FC:Antes de lo que imagina, he sido invitado por el Presidente Alemán, Horst Köhler, a acompañarle en una gira oficial por Sudamérica, el tema de las visitas es “la responsabilidad social en la política, los negocios y la sociedad”.
El encuentro fue particularmente ameno, los periodistas de la Revista El Papel en reconocimiento a la hospitalidad de Faber-Castell, entregamos al Conde un típico souvenir, conocido como Panamá Hat, que en realidad –le explicamos- debería llamarse “Sombrero del Ecuador”, debido a que son confeccionados desde el año 1630 en dicho país y exportados a Panamá.
Sobre el Panamá Hat
Estos sombreros alcanzaron su fama en 1880 cuando Ferdinand Marie, Vizconde de Lesseps y promotor del Canal de Panamá se presentó con uno de ellos en la Feria Mundial de París, también fue adoptado por el Presidente Theodore Roosevelt en 1906 durante su visita a la construcción del Canal, así también por personalidades como Winston Churchill, Harry Truman o Paul Newman. Estos sombreros son tejidos a mano con hebras de la palma de paja toquilla. Conocido y buscado por su extrema finura, su tejido es como un delgado género, flexible y elástico. Son producidos en Montecristi y en Cuenca, Ecuador.