Productos en el aula número 25: Pizarras interactivas
1 de Enero de 2008 - numero_25
Lejos de la tiza pero más cerca de las personas…
Las pizarras han estado estrechamente vinculadas a nuestra formación desde las primeras letras. En ellas pudimos, la mayoría, comenzar a leer frases como “Mi mamá me mima” o “Ese oso es mío” y adentrarnos en complejidades como sumar por primera vez 2+2. Los ancestros de las pizarras contemporáneas, precedieron a todos los soportes que ha tenido la escritura y si quisiéramos ir mas lejos podríamos decir que existieron antes que las mismas letras; la necesidad de apoyarse en un trazo que se hace frente a otros y que pretende reforzar lo que se intenta transmitir, es prácticamente tan antigua como el hombre erguido.
Sin ir tan lejos, vayamos a aquel tiempo en el que las tizas eran fundamentales en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Eran aquellas oscuras pizarras las que registraban lo que nuestros maestros pretendían que memorizáramos, inspirados en paradigmas pedagógicos ya, afortunadamente, superados. Las pizarras fueron aclarándose gracias a nuevos materiales y, por qué no, también debido a nuevas ideas que acercaron a quienes estaban frente a ellas. El color blanco y los marcadores definieron un tiempo en el que el conocimiento comenzó a definirse como una construcción: El profesor o el expositor en general, ya no eran los únicos dueños de la verdad.
Avanzando en el tiempo y en la construcción de conocimientos, surge la necesidad de compartir lo elaborado en un curso o en una exposición -que a veces es el resultado del esfuerzo de un equipo- o la de integrar recursos como los que nos proporcionan las actuales redes, Internet en primer lugar, para potenciar el desarrollo de una organización. La pizarra blanca, con marcadores de todos los colores, ya no es suficiente y, sin desaparecer, va cediendo espacio a una nueva generación: las pizarras interactivas. Éstas, en apariencia, podrían confundirse con las que usan marcadores pero las diferencia la conexión –por cable o inalámbrica- con un computador y disponen también de una superficie sensible al movimiento que permite interactuar con lo proyectado en ella. Al presentar diapositivas como las que tiene una típica presentación en retroproyector podremos, por ejemplo, agregar notas y grabar toda la exposición en un archivo que puede ser impreso, colocado en alguna carpeta compartida, enviado por correo electrónico y/o reusado como video tantas veces como sea necesario. A esto –que ya es mucho- podemos agregar que la pizarra se comportará como una pantalla en la que podemos desplegar cualquier aplicación informática y controlarla sin necesidad de volver al teclado o al mouse. Su propia barra de control -que es parte de la proyección- permitirá desencadenar la acción mas adecuada.
No subestimamos las importantes diferencias que existen entre las diversas alternativas que el mercado ofrece. Es cierto que las tecnologías empleadas merecen un cuidadoso análisis, porque no es lo mismo la analógica resistiva (AR), que la electromagnética o la DViT™ (Digital Vision Touch). Para ponerlo en otras palabras, es importante destacar cómo se vuelve sensible la pizarra, si son dos láminas las que entran en contacto (AR), si es un lápiz especial quien lo logra (electromagnética) o si son micro cámaras las que detectan el contacto o movimiento (DViT™). También el software y el proyector juegan un importante rol (aunque ya existen pizarras que no lo necesitan). Nuestra presentación, sin embargo, busca destacar elementos que las describan en general, poniendo énfasis en lo que pueden hacer y en lo que las diferencian de sus antecesoras. Para resumir esto último probablemente sea útil el cuadro de la página 42.
Existen decenas de fabricantes incluidos gigantes de la industria como Legamaster, 3M, Hitachi, Panasonic, Samsung, Viewsonic y Smart; en nuestra región, además de las marcas citadas, contamos con las que produce Creboard (la división de tecnología de Credeal). Puede pensarse que no son artículos, por la complejidad aparente, susceptibles de ser distribuidos en un almacén librero-papelero, pero la abundante oferta y los precios en baja las colocan en la mira de los distribuidores de nuestro sector. Un ejemplo de cómo puede transformarse el mercado de este producto, lo tenemos en el desarrollo de Johnny Chung Lee, un alumno de doctorado de la U. de Carnegie Mellon, quien construyó un pizarra inteligente con un proyector, un control remoto de los nuevos Nintendos y, lo más importante, software de su propia elaboración. Con construcciones imaginativas como la del joven Lee, pronto tendremos una pizarra interactiva en cada aula, en cada sala de reuniones (ya que las empresas las están implementado) y en cada lista de precios de nuestros negocios.
Pizarra tradicional |
Pizarra interactiva |
Una vez terminada la exposición, la información no se conserva. |
La información se archiva, puede distribuirse y reutilizarse incluso como video. |
Necesitamos marcadores o equivalentes. |
No son necesarios. Se usan marcas digitales de innumerables colores. |
No es posible incrementar el contenido de lo proyectado. |
Es posible escribir sobre lo proyectado y transformarlo en parte del documento. |
La exposición no es potenciada por la pizarra. |
La dinámica e interactividad enriquecen la exposición. |
No es ni siquiera concebible el enlace entre dos pizarras. |
Se pueden enlazar, en videoconferencia, pizarras equivalentes. |
No tiene interacción con Internet. |
Es posible mostrar contenidos de nternet y agregar notas o comentarios. |