Pequeña y mediana empresa: hacer historia o ser historia, una cuestión de actitud
24 de Febrero de 2010 - Destacados
3) El nivel de facturación, la cantidad de la producción, el número de personal en la nómina, parecen ser las medidas para evaluar el crecimiento de la empresa. Se supone que a mayor facturación, mayor será la ganancia; se supone que con una mayor producción, la empresa crece. Se supone que si aumenta la nómina de empleados, la empresa es más importante. Pero… ¿son válidas esas suposiciones? Evidentemente, no. No suele haber claridad para distinguir la diferencia entre “ser más grande” y “estar mejor”. Derivado de ello, y como se considera que ambas expresiones son equivalentes, se termina buscando ser más grandes (porque creemos que es estar mejor), y para ello la empresa se embarca en negocios que en definitiva sólo le sirven para generar el flujo de fondos necesario para mantener esa estructura. Con lo cual, se invierten los medios y los fines. Es decir, la empresa termina trabajando no para generar beneficios que permitan su reinversión para estar en mejores condiciones de ofrecer productos con mayor valor agregado, sino que lo hace para mantener funcionando la estructura que fue incorporando sin ninguna evaluación crítica, como las capas de una cebolla.
4) Los empleados pasan gran cantidad de tiempo resolviendo problemas de corto plazo por la inexistencia de planes de largo alcance. Parece que nadie sabe por qué ni para qué es necesario hacer las cosas del modo en que se están haciendo. “Esto siempre se hizo de este modo”; “Fulano de tal me dijo cuando ingresé a la empresa que debía seguir estos pasos”; “no, esto acá no puede hacerse de esa manera”; son frases que forman parte del folklore habitual de esta etapa del desarrollo de la empresa. Todos parecen tener el lineamiento de la actividad concreta y específica que deben realizar, pero nadie sabe a ciencia cierta para qué, con lo cual no solamente estamos cercenando cualquier posibilidad de aporte de los colaboradores en términos de creatividad e innovación, sino que además estamos haciéndolos dependientes, y luego… eso mismo exaspera al empresario, ya que “no puede confiar en nadie ni cuenta con gente capacitada”.