El ABC del manejo de una crisis
25 de Agosto de 2010 - Destacados
De acuerdo con un estudio coordinado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, se plantean dos respuestas radicalmente distintas: una restrictiva y la otra expansiva.
La primera consiste en corregir desequilibrios macroeconómicos mediante políticas fiscales, monetarias y crediticias contraccionistas; ello provoca una recesión más severa y un aumento del desempleo, así como pérdidas más elevadas para los bancos, dado el deterioro de sus carteras de préstamos.
La respuesta expansiva implica, por el contrario, una relajación de las políticas macroeconómicas para contrarrestar las presiones recesivas; como resultado, la actividad económica aumenta pero también el déficit público y la deuda, trasladándose el costo a las generaciones futuras.
Mientras que siempre es posible aplicar políticas económicas “restrictivas” que agravan la recesión, para ser “expansivo” se necesita el financiamiento. De esta forma, la política anticíclica depende del espacio fiscal del país. Como factores adicionales influyen la profundidad del sistema financiero local (la capacidad propia de financiamiento) y las características de la deuda interna y externa; en una crisis, la deuda del sector privado puede tener impacto directo en la economía y las finanzas públicas.
Todos estos elementos deben tomarse en cuenta en el diseño de la estrategia. Ante la recesión económica mundial surgida en 2008, el Fondo Monetario Internacional ha ejercido presión para que los países adopten una política fiscal más expansionista. Al decidir el grado de expansión fiscal para responder a la crisis, los gobiernos están obligados a considerar todos los costos (económicos, sociales y políticos).
Para que las políticas sean exitosas, es esencial contar con el financiamiento y tener preparados con antelación programas específicos de infraestructura y otros. El aumento inteligente en la inversión pública puede estimular la actividad económica mejor que un recorte de impuestos, particularmente si las tasas de interés no suben y si se percibe que la situación fiscal de la economía es sostenible. Además, debe diferenciarse entre apoyos para estimular la actividad económica y aquellos destinados a intermediarios financieros.
Respecto a los primeros, es indispensable un presupuesto equilibrado, financiando, por ejemplo, proyectos que se autoliquiden. Los apoyos a los segundos se deben aplicar para restaurar el funcionamiento del sistema, mas no para salvar a intermediarios que cometieron graves errores de gestión.
Fuente: El Semanario – México