Ahora viene la verdadera crisis de deuda

25 de Octubre de 2013 - Destacados

Bill Bonner, fundador y presidente de Agora Inc.

Esto entrará en los libros de historia. Justo hasta el último minuto, el Congreso de Estados Unidos estaba amenazando con llevar al país al default; la primera cesación de pagos de una de las mayores economías del planeta desde que la Alemania de Adolf Hitler declarara que no iba a pagar lo que debía. Aquello ocurrió en 1933.

¿Usted pensaba que los grandes inversores estaban preocupados? ¿Que se estaban preguntando con nerviosismo qué ocurriría, comprando y vendiendo acciones compulsivamente?

No. El índice de volatilidad -el VIX- demuestra que el mercado ha estado sorprendentemente calmado.

Esta semana la Bolsa subió, el oro ha incrementado con más fuerza aún y el índice VIX se mantuvo bajo.

¿Qué quiere decir esto?

Esto significa que ningún inversor serio se tomó la amenaza de la suspensión de pagos demasiado en serio. Todo el mundo esperaba que se llegara a un acuerdo de último momento. Cuando llegue la hora de la verdad, en la que la economía esté en juego, de alguna manera los políticos se pondrán de acuerdo y continuarán marchando, codo a codo, hacia una auténtica crisis de deuda.

El problema es que nadie ve venir este desastre. El precio del oro probablemente sea la mejor medida de todas, y el metal amarillo lleva inmerso en una tendencia alcista desde hace años.

Nunca antes en la historia tantos banqueros centrales han trabajado tan duro para degradar el valor del dinero; y nunca antes habían fracasado con tanto estrépito. No sólo los precios no han subido, sino que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) mantiene una tendencia a la baja, comparado con escenarios anteriores.

Esto sólo puede acabar mal.

“No sé qué va a pasar”, dijo nuestro economista favorito en Buenos Aires. Rob Marstrand es el director de estrategia económica de nuestra firma de inversión Bonner Family Office. Vivir en Argentina lo ha convertido en un experto en desastres financieros; y ahora ve venir un nuevo desastre.

“No sé cómo y no sé cuándo, pero asegúrate de guardar algunas monedas de oro, por si acaso”.

Pero es algo extraño. Si el mundo se enfrenta a un colapso monetario inminente o no es algo difícil de decir; pero seguro que se enfrenta a algo y no es algo placentero. Las economías avanzadas están fuertemente endeudadas, más que en toda nuestra historia. Todas ellas tienen problemas para crecer, añadir trabajos e incrementar salarios. Todas tienen facturas por el bienestar social -pensiones, salud, educación- que no van a poder pagar. Todas estas economías tienen una población que envejece y dependiente que sufrirá grandes recortes. Y ahora se encomiendan a una especie de manipulación urdida por los banqueros centrales para que la fiesta continúe.

Por cierto, el problema tiene poco que ver con republicanos testarudos, el Tea Party, techos de deuda o acuerdos políticos. El problema es el gasto y su inevitable producto tóxico: la deuda. Cada año, el Gobierno estadounidense gasta US$ 1,2 billones más de lo que recauda. En los diarios esto se reporta como un ‘déficit’ del 7% del PBI. Pero se entendería mejor si dijéramos que es equivalente al 50% de la recaudación fiscal.

Durante los últimos cinco años, el déficit ha añadido más de US$ 5 billones a la deuda de Estados Unidos. Las tasas de interés en mínimos probablemente hayan añadido otros US$ 2,5 billones de deuda privada (este dato no es calculable, es sólo una hipótesis). Y ahora, bajo el liderazgo de Janet Yellen, la Reserva Federal está preparada para ir más allá.

Y sin esto, la economía como la conocemos colapsaría.

Pero, aún con estos hechos encima de la mesa, el típico hombre de la calle no tiene un plan de pensiones privado, no tiene una huerta para cultivar su propia comida, no tiene un horno con una pila de leña en el jardín y, lo más importante, no tiene monedas de oro.

No sabemos qué va a ocurrir, pero la probabilidad de que se produzca un gran desastre financiero es real. Y aun así, a nadie le interesa la que es la única garantía y protección: el oro.

Algo que quedará para los libros de historia.

Autor: Bill Bonner / Fuente: Inversor Global

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