La construcción de marca en un mundo digitalizado
31 de Enero de 2014 - Destacados
A mediados de los 90, poca gente hablaba de “branding”. Se trataba de profesionales de la identidad corporativa, estudios gráficos reputados que vivieron un “boom” postolímpico en la que fue y quiere seguir siendo una de las capitales del diseño en Europa. Se hablaba de la “construcción de marca” desde las herramientas y las disciplinas del diseño gráfico.
Una década más tarde, el surgimiento de la internet social provoca que, de manera contundente, se imponga una reflexión llegada desde los departamentos de marketing y agencias. La construcción de una marca, hoy, es el fruto de una relación intensa entre sus impulsores y los públicos a los que se dirige, que la llenan de sentido y la moldean a diario en base a su consumo, hábitos, comportamiento ante productos competidores y, como el hilo que todo lo cose, una conversación sostenida en la red, participada por miles de usuarios.
El branding social, la construcción de la marca en un mundo digitalizado donde lo social prima, se ha convertido en ADN de cualquier plan de marketing.
Ya hemos aprendido, estos años, que en las redes sociales mostraremos producto, conversaremos, fomentaremos la participación, quizás ofreceremos servicio, pero venderemos poco. Pero la toma de decisiones sobre el ser o no ser de mi marca en una determinada red social no se decide en esos términos. Tu marca está ahí, aunque tú no abras esa conversación. Si se habla mucho o poco de tus servicios o productos, es fuente de información siempre. Mídelo todo y actúa. La construcción de tu marca y su reputación en la red puede contar con tu inestimable gestión y participación, y ahí está la clave sobre la cual tomar decisiones.
Hoy, la gente participa en la construcción de nuestras marcas, estemos presentes o no. Y es allí donde las consultoras resultan indispensables, acompañando a los clientes a convivir y actuar con sus públicos en entornos no convencionales, no unidireccionales, donde no va a funcionar el monólogo, ni la automatización de mensajes creativos, ni la mecanización de concursos sin una lógica concreta en la trastienda de los datos. Ni tampoco la caja registradora.
Nuestro branding deberá ser social porque esa es hoy nuestra forma de vivir en red, como ciudadanos y consumidores. A su vez, nos enriquece de un conocimiento extraordinario sobre lo que somos y lo que ofrecemos que posteriormente debemos procesar para reorientar nuestras estrategias de negocio. Son pasos indispensables en la transformación digital (y cultural) de nuestra compañía, y pide de nosotros una actitud más inteligente que la de un tendero ambulante en redes sociales.
Fuente: El Dínamo