El Palo Alto Research Center de Xerox, el lugar donde se inventó el futuro

13 de Agosto de 2014 - Destacados

“El centro de Xerox era un lugar casi mágico, allí inventábamos el futuro”, afirma John Seely Brown. El científico, especializado en ciencias de la comunicación e informática, trabaja actualmente como asesor en la Universidad del Sur de California y es presidente adjunto del Centro de Innovación de Deloitte en Silicon Valley, aunque dedica la mayor parte de su tiempo a impartir conferencias, escribir y orientar a las personas para que “se hagan las preguntas adecuadas”.

Experiencia en plantear y resolver problemas complejos no le falta: el estadounidense fue jefe científico de le compañía tecnológica Xerox entre 1992 y 2002, ejerciendo como director del mítico Centro de Investigación de Palo Alto – PARC, por sus siglas en inglés – durante diez años, hasta el 2000.

Toda la estructura científica del Xerox PARC, ubicada en California e inaugurada en 1970, estaba dedicada al desarrollo de nuevos sistemas informáticos que rompieran los esquemas de lo conocido hasta entonces. Para diseñar el futuro, los ingenieros de Xerox tenían que ir más allá de los conceptos puramente tecnológicos. “Lo más bonito era que mezclábamos la tecnología con filosofía, antropología y sociología”, recuerda Seely. En Xerox convivían expertos en las citadas disciplinas, tecnólogos y artistas de diversa índole que trabajaban para integrar en sus soluciones los distintos puntos de vista, incluido el estético.

“PARC es el único sitio donde he estado, aparte del CERN, donde los teóricos y los técnicos trabajaban de manera conjunta para pensar y construir cosas increíbles”. Según Seely, allí no existían rangos, ni diferencias entre los distintos puestos. Todo el mundo tenía una oficina del mismo tamaño, el mismo prestigio e incluso los mismos salarios.

Las diferentes ramas del conocimiento convivían entre sus paredes y se mezclaban en cada habitación, al igual que en cada proyecto que iniciaban. “Esto no ocurre ni en las universidades, donde hay muchas disciplinas pero no se relacionan de ninguna manera. Allí se inclinan más hacia el lado de los teóricos”.

Durante su estancia en las instalaciones de Palo Alto, Seely coincidió con Mark Weiser, también experto en informática y ciencias de la comunicación, fallecido en 1999. Junto con su compañero y amigo publicó en 1996 un artículo con un misterioso título: ‘The Coming Age of Calm Technology’ (‘La era de la tecnología ubicua se aproxima’). ¿Quién puede pensar en una tecnología ’sigilosa’, que pasa desapercibida, mientras llueven emails, tuits, páginas de noticias y anuncios en la pantalla de su ordenador?

Ordenadores por todas partes

El concepto es sinónimo de computación ubicua y ambos términos fueron acuñados por Weiser en otra publicación de 1991, con un nombre también visionario: ‘The Computer for the 21st Century’ (‘El ordenador para el siglo XXI’). La idea es más sencilla que sus dos apodos. La tecnología ubicua incorpora sistemas informáticos en todos los elementos que nos rodean: la ropa, las paredes, los muebles… “Mark y yo queríamos saber qué pasa si sacas la informática fuera de un ordenador y la pones en todas las partes del mundo”, explica Seely.

Sin embargo, todos esos componentes estarían tan bien integrados en el entorno e interactuarían de una manera tan automática que no tendríamos que molestarnos en darles órdenes; se convertirían en parte del escenario. “Llegará el día en que cada uno tendremos cientos de ordenadores, pero no tienen por qué estar dentro de una caja. Para hacer tecnología ubicua las interfaces deben desaparecer o hacerse tan naturales que te olvides de que existen”.

Llegados a este punto, es imposible no pensar en otro concepto un poco más moderno. “Ahora tiene un nombre más sexy, se llama internet de las cosas”, bromea el estadounidense. “En nuestro mundo casi cualquier aparato físico tiene alguna capacidad informática”. Seely cree que el siguiente paso es que las cosas piensen y todas ellas estén conectadas e interactúen a nuestro alrededor. “Nosotros ya pensamos en esto”, asegura.

Después de todo, en Palo Alto desarrollaron la infraestructura que sustenta la internet de las cosas. “Supusimos que cada persona tuviera un millar de ordenadores y nos dimos cuenta de que la cuarta versión del protocolo de internet (IPv4) no iba a ser suficiente”.

Aquella convivencia tan particular cambió para siempre la forma de entender el mundo de los científicos del Xerox PARC. Aún es pronto para saber si la tecnología seguirá el rumbo tranquilo que ellos predijeron, o un poco más ruidoso, pero si un día los aparatos piensan y usamos internet en más de mil ordenadores sin darnos cuenta, desde luego, “habrá consecuencias inesperadas”. Aunque quizá en Xerox ya las hayan previsto.

Fuente: El Diario – España

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