El fin de una era: el fin de la economía moderna
25 de Septiembre de 2014 - Destacados
En marzo de 1776 Adam Smith publica La riqueza de las naciones, tratado de economía que se toma como punto de partida de la economía moderna. Para muchos historiadores de la disciplina, con la publicación de Smith se ponen los cimientos de la ciencia económica que conocemos hoy en día. A su estela vendrían los ensayos económicos de Thomas Malthus y sus teorías poblacionales (1803) o las reflexiones de David Ricardo acerca de la aventaja comparativa.
La Inglaterra victoriana fue cuna de los grandes economistas del siglo XIX. Londres fue el epicentro del debate económico en la que confluyeron Alfred Marshall, John Stuart Mill, Henry Fawcett pero también Karl Marx y Friedrich Engels. El foco del debate se centraba en la economía política y se desarrollaba en las aulas de las universidades, mediante correspondencia o mediante la publicación de extensas obras con un alto grado de componente filosófico.
En Keynes vs Hayek, Nicholas Wapshott nos ofrece un perfecto retrato de cómo se desarrollaba la ciencia económico durante la primera mitad de siglo XX. Mediante la descripción de la rivalidad entre Hayek y Keynes el autor ofrece una interesante visión del debate acontecido entonces. La década de los años 30 fue el marco de la beligerancia de dos posturas económicas que condicionarían el desarrollo de la ciencia económica pero también el porvenir de la mayoría de países del mundo. La escuela austríaca apostando por el liberalismo y la escuela keynesianas defendiendo las bondades del intervencionismo.
Con distintos personajes, el debate económico se emplazaba de igual forma que cincuenta años atrás. Las universidades, el correo postal y las publicaciones seguían siendo los que hacían posible la disputa. Faltaba poco para que los ordenadores y las telecomunicaciones empezaran a ganar protagonismo entre tanto papel y tinta.
A finales de los años 70 y durante los años 80 la ciencia económico rompió con su pasado y cambió para siempre. Inglaterra y Londres ya no eran el epicentro del debate. Éste se había trasladado a los Estados Unidos. El papel y la pluma perdieron su pedigrí y fueron substituidos por el ordenador y la calculadora. Llegados a este punto, el debate económico se explica paralelamente al desarrollo de la informática y la electrónica y la eclosión de Silicon Valley. Aunque pueda parecer estéril para nuestro propósito, la biografía de Steve Jobs de Walter Isaacson o Dealers of Lighning de Michael A.Hiltzik ofrecen una descripción detallada de la evolución tecnológica que contribuyó a modernizar la economía y tantas otras ciencias.
La introducción de nuevas herramientas supuso una mejora empírica del estudio y permitió la aparición de nuevas disciplinas. Así, la economía política fue apartada y la macroeconomía se convirtió en el campo de batalla de un debate que monopolizaban las universidades estadounidenses. Los economistas de agua salada (Harvard, MIT, Princeton y Stanford) y los de agua dulce (Chicago y Minnesota) se enfrascaron en un acalorado debate que aun persiste hoy en día. Los primeros a favor de la intervención estatal, los segundos, defensores del laissez-faire.
La ciencia económica de hoy en día poco tiene que ver con la que empezó a desarrollar Smith a finales de siglo XVIII. Esto es algo que debe entenderse en los diversos estrados que componen el estudio de la economía, sobretodo en las universidades, ancladas todavía en la economía de hace tres siglos.
El desarrollo tecnológico ha magnificado las posibilidades analíticas y ha dado herramientas mucho más precisas para estudiar la realidad económica. Otras ciencias pueden haberse beneficiado de tales avances- sólo basta con fijarse en la medicina o la física para darse cuenta de ello-. Pero para la economía, no sólo la tecnología ha cambiado, también lo han hecho los esquemas productivos y las estructuras sociales. Es por esta razón que no podemos seguir utilizando el término de “economía moderna” ni seguir con los vicios de ésta. Con la aparición de la informática y las telecomunicaciones se puso fin a una era. Por favor, demos paso a la nueva era de la economía.
Fuente: Inbestia