India se transforma en el país de mayor crecimiento en Asia
19 de Mayo de 2015 - Destacados
El elefante indio parece haber despertado de la siesta. El Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Asiático de Desarrollo coinciden en sus previsiones: la economía india crecerá más rápido que el gigante chino en los próximos años. Los tres estiman un 7,5%, un 7,7% y un 7,8%, respectivamente, para 2015-2016 y aún mayor para el siguiente curso. Y ni con esas son los más optimistas. El gobierno de Narendra Modi llegó a pronosticar hasta un 8,5%, si bien el banco central indio lo rebajó al 7,8%, cuatro décimas más que la tasa del último año.
Todas las cifras, eso sí, se basan en el nuevo sistema de cálculo adoptado por las autoridades indias, el cual no ha estado exento de críticas entre los analistas. De hecho, el principal asesor económico del Ejecutivo, Arvind Subramanian, expresó su escepticismo sobre esos datos.
En todo caso, Christine Lagarde lo supo nada más aterrizar en Delhi hace pocas semanas: «Se dan las condiciones para que India se convierta en un motor clave para el crecimiento global», dijo refiriéndose a la única boya iluminada en el mar de las economías emergentes. La francesa lo atribuyó a las reformas del Ejecutivo de Modi, que en mayo cumple un año al frente del segundo país más poblado. El líder hinduista ha logrado mantener la inflación por debajo del 6%, la deuda por cuenta corriente es del 2% (debido en parte a la reducción de las importaciones de oro y a la caída del precio del petróleo) y se calcula que el déficit fiscal fue el año pasado del 4,1%, una cifra que su Ministerio de Finanzas quiere bajar al 3% en 2017.
Los expertos consideran que la confianza de los inversores está recuperándose y las agencias de calificación empiezan, aunque mínimamente, a reconsiderar sus valoraciones. Lo cierto es que el mercado de valores se mantiene en alza: el Sensex (índice con las 30 mayores empresas de la Bolsa de Mumbai) cerró en marzo el último año fiscal con 27.957 puntos y un aumento del 25%, su mejor ganancia en los últimos cinco ejercicios.
Pero India ya vivió un sueño similar hace no mucho, entre 2003 y 2011, cuando llegó a crecer al 8% y su modelo se consideró un ejemplo para los emergentes. Un modelo que se basa en los servicios -suponen el 60% del PIB frente al 20% de la industria-, si bien la gran mano de obra es agrícola. En todo caso, más temprano que tarde, el país acabó despertando y volvió a la realidad del crecimiento al 5%.
Por eso, más allá de los datos, los expertos cuestionan su estabilidad. «No es un buen modelo porque no es sostenible. Es una burbuja. Metes crédito en el sistema y generas demanda, pero no está creando empleo», afirma a MERCADOS C.P. Chandrasekhar, del Centro de Estudios Económicos de la Universidad JNU de Delhi.
Arun Kumar, autor del libro La economía india desde la Independencia, explica a este diario que predominan dos problemas. El primero, las disparidades que crea un crecimiento centrado en las clases medias y altas, dejando a cientos de millones en una continua lucha por la supervivencia (la renta per cápita es de 1.500 dólares). El segundo, la política de cavar y llenar agujeros para generar trabajo: «por el día mandas a un hombre a cavar un hoyo y por la noche envías a otro a que lo llene. Tienes cero producción pero dos personas ocupadas. Eso es actividad sin productividad». Además, Kumar calcula que India pierde un 5% de su tasa de crecimiento por la omnipresente economía sumergida, que convierte el desempleo en un «subempleo no regulado» del que dependen millones de familias indias.
Frente a eso India, que ama el rugido de su economía tanto como el del motor de una moto Royal Enfield, ve que las previsiones le sonríen frente a su vecino chino, el cual -según estima el FMI- crecerá por debajo del 7% este año. «Si India logra crecer más rápido que China y gestiona la difusión de los beneficios entre sus ciudadanos, puede tener más poder económico e influencia en el mundo que la de China», sostiene Jabin T. Jacob, del Instituto de Estudios Chinos de Delhi.
No obstante el PIB del gigante asiático es de 10 billones de dólares frente a los dos billones con los que se tiene que conformar India. El país del elefante, al contrario que el gigante asiático, depende de su mercado interno, donde la demanda de bienes y servicios está creciendo, especialmente en automóviles. «Delhi quiere hacer lo que hizo Pekín, pero China estuvo invirtiendo más del 40% de sus ingresos en infraestructuras y las nuestras son realmente malas. Hay que invertir en carreteras, transportes, comunicaciones y energía», dice el economista de la JNU.
Ambos países son los más poblados pero India -con sus jóvenes- sabe que dentro de 15 años será el mayor mercado de consumo del mundo, aunque tiene a medio camino retos sin cumplir en materias de educación, género, sanidad o contaminación. «India debe estabilizarse internamente para poder competir con China. En un escenario global somos débiles porque no tenemos muy claro qué queremos. China sí: exportar manufacturas. Nosotros no deberíamos imitarla, tendríamos que tener nuestro propio modelo de desarrollo», concluye el analista Kumar.
Fuente: El Mundo