El mercado del petróleo, fuera de control

17 de Noviembre de 2015 - Destacados

El derrumbe del precio del barril a menos de u$s 50 desde mediados de 2014 dejó en claro que el negocio petrolero actual no puede ser “domado” ni por las fuerzas del mercado ni por decisiones políticas de organismos como la OPEP, que antes eran decisivos.

Durante la mayor parte de la Era del Petróleo, los grupos de países productores trataron de controlar el precio. Desde la década de 1920, esa estrategia fue coordinada por la Comisión de Ferrocarriles de Texas, con el apoyo de otros estados y autoridades federales de Estados Unidos. Luego, desde la década de 1970, fue la OPEP, el cártel de países productores.

La caída del precio del crudo desde el verano de 2014 dejó claro que el mercado escapó a toda posibilidad de que alguien lo controle.

La combinación de avances tecnológicos, en la espectacular forma que cobró el éxito de la producción estadounidense de shale oil en los últimos cinco años, las preocupaciones sobre la desaceleración de China y otras economías emergentes, y el cambio de estrategia por parte de Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de petróleo, provocó un exceso de oferta mundial de petróleo que derrumbó los precios en más de un 50%.

Por ahora, al menos, los precios están siendo impulsados más por las fuerzas del mercado que por decisiones políticas y es una experiencia desconcertante para todos los interesados, desde las juntas directivas de Houston a los palacios de Riad. Sin embargo, no es algo totalmente inaudito.

En palabras que se atribuyen apócrifamente a Mark Twain, “la historia no se repite, pero sí rima”. Así, si bien no hay precedentes exactos para los mercados actuales, el pasado puede proporcionar algunas pistas sobre el futuro.

El colapso más reciente del precio del petróleo se produjo hace sólo siete años. La quiebra de Lehman Brothers en 2008 y la crisis financiera posterior derribaron los precios del crudo desde un pico más alto que en 2014 a su piso más bajo. Ese episodio resultó efímero. Después de haber caído a menos de u$s 37 por barril en diciembre de 2008, la cotización de referencia internacional del crudo Brent volvió a superar los u$s 70 en junio de 2009.

En términos de la demanda, 2015 se asemeja bastante a 2009. Hace seis años, la reanudación inmediata de un fuerte crecimiento en China, tras un breve tambaleo a fines de 2008 y principios de 2009, apuntaló los precios en forma significativa. Este año, de manera similar, el crecimiento de la demanda de petróleo de China fue fuerte, aunque los analistas esperan que se desacelere. En términos de la oferta, la situación es diferente.

En 2008, la OPEP tomó medidas decisivas, que redujeron la producción acordada en 4,2 millones de barriles por día en tres pasos de septiembre a diciembre, lo que culminó con el mayor recorte de la historia que ayudó a estabilizar los precios.

La capacidad del cártel para controlar los mercados del petróleo suele ser exagerada, pero está claro que su intervención en 2008 tuvo un impacto muy significativo. Cuando se reunieron en Viena el 27 de noviembre del año pasado, en medio de la última caída de precios, los ministros de la OPEP sugirieron que la influencia de este organismo había llegado al límite.

La decisión de dejar su nivel de producción oficial intacto selló una política que ya había sido señalada durante meses por Arabia Saudita, el miembro más influyente del grupo. Como Ali al-Naimi, ministro de Petróleo de Arabia Saudita, explicó más tarde en una entrevista con el Middle East Economic Survey, un recorte en la producción de la OPEP -es decir, principalmente, en la producción de Arabia- simplemente habría permitido que más “barriles marginales” de shale de Estados Unidos y otras fuentes más costosas llenasen el vacío.

El precedente más claro de la estrategia de Naimi de apertura es la política adoptada por el jeque Ahmed Zaki Yamani, su famoso predecesor, que impulsó la producción en 1985-86 después de efectuar recortes durante más de la mitad de la década anterior para sostener los precios. El crudo se desplomó en 1986 y el mundo entró en un período de precios bajos que se extendieron hasta la década de 2000.

Otro paralelismo con la actualidad fue el anterior aumento repentino de la producción de países no pertenecientes a la OPEP. El equivalente al auge del esquisto de esta década fue la apertura de dos nuevas e importantes provincias petroleras: el Mar del Norte y Alaska.

El desarrollo de esas zonas, que eran relativamente costosas en comparación con los yacimientos de petróleo de Medio Oriente, fue posible gracias a las medidas de la OPEP que obligaron a subir el precio del petróleo en la década de 1970, del mismo modo que el shale se hizo viable por los altos precios de la primera la mitad de la década de 2010.

Aunque los bajos precios afectaron la inversión, lo que provocó recortes de gastos por parte de las compañías petroleras occidentales, incluyendo la ola de mega-fusión a fines de la década de 1990, la producción tardó mucho tiempo en responder. El Reino Unido, Noruega y Alaska siguieron produciendo grandes volúmenes durante el cambio de siglo.

Con el tiempo, sin embargo, como esas regiones empezaron a declinar y la demanda de China y otras economías emergentes comenzó a crecer con fuerza, el escenario estaba listo para la fuerte subida de los precios ocurrida en el 2000. La pregunta ahora es cuán rápido se concretará un ajuste similar de la oferta. A principios de este año, muchos esperaban que la industria del shale de Estados Unidos encabezara rápidamente una recesión.

Hasta el momento, eso no ocurrió. Las empresas de producción lograron obtener mayores aumentos de la eficiencia del combustible y reducir los precios que pagan a los proveedores. También lograron llevar a cabo operaciones de “alta ley” centrándose en las zonas más productivas. La producción estadounidense demostró ser más resistente de lo que algunos esperaban.

Sin embargo, Trisha Curtis, de la Fundación de Investigación de Políticas de Energía con sede en Washington, afirma que el petróleo por debajo de u$s 50 está causando problemas “muy graves” para la industria. Las afirmaciones alegres de que todo parece estar bien eluden el hecho de que siempre hay un retraso antes de que la producción refleje la cantidad de equipos de perforación en funcionamiento, que cayó un 63% en el último año. “Llevará un tiempo”, afirma Curtis. Y agrega: “La industria del shale no se está muriendo, pero quizá esté ingresando en un período de “hibernación”.

En otras regiones productoras de petróleo, donde el desarrollo de proyectos suele traducirse en compromisos plurianuales y multimillonarios, la producción tardará más en reaccionar a la caída del precio del crudo.

Philip Verleger, economista de energía, sugiere que Venezuela, un importante productor de petróleo, actualmente en medio de una grave crisis financiera, podría colapsar primero, en cuyo caso el país se sumiría en un caos creciente que pondría en peligro su producción de 2,4 millones de barriles diarios.

Por tales motivos, si bien la voluntad del mercado del petróleo se verá agobiada por un tiempo por presiones a corto plazo, incluyendo la perspectiva de más oferta iraní, es probable que la tendencia de los precios a largo plazo siga en aumento, con posibilidad de picos, si estallan crisis en Venezuela u otros lugares. Edward Morse, analista de Citigroup, sugiere que con un rango de u$s 60-80 por barril volvería a haber un equilibrio entre la oferta y la demanda.

La idea de que los suministros de combustibles fósiles serán cada vez más ajustados a medida que aumenta la demanda, lo cual empujaría los precios inexorablemente hacia arriba, quedó congelada, tal vez para siempre. La lección de los últimos diez años es que mientras se cuente con la tecnología, el capital y los marcos legales adecuados, el flujo de petróleo y gas continuará. Pero si el mundo pretende alejarse de los combustibles fósiles, los gobiernos deberán tomar medidas políticas deliberadas para que ello suceda.

Fuente: El Cronista

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