Inversores chinos apuntan a Brasil en busca de crecimiento
9 de Diciembre de 2016 - Destacados
Todos los años Monashees, la empresa de capital de riesgo brasileña, invita a emprendedores de su cartera de empresas a un viaje de descubrimientos en el extranjero. Este año, en vez de ir a Silicon Valley, la empresa se dirigió hacia Yangtze Valley, en una clara señal del nuevo frente que se abre para la inversión china en América Latina.
China está buscando ampliar sus préstamos e inversiones en Brasil y en el resto del continente mientras se aleja de su enfoque tradicional puesto en los recursos para centrarse en la manufactura, la logística y hasta la tecnología. Este cambio se produce en medio del prolongado descenso de los precios de la energía y la crisis económica en Venezuela, que había dominado la actividad inicial de China en la región.
Con su propio crecimiento económico en desaceleración, China se ha convertido en un inversor internacional que busca retornos sobre la inversión para compensar la reducción de sus propios márgenes de ganancia. Esto significa considerar una gama más amplia de sectores que van más allá de los tradicionales donde China había estado invirtiendo.
Las fusiones y adquisiciones cuentan parte de la historia. En 2016, las compañías chinas han invertido u$s 11.900 millones en comprar firmas brasileñas, el nivel más alto desde 2010, cuando Brasil estaba en la cima de su auge económico impulsado por el boom de los commodities, según cifras de la compañía de datos Dealogic.
Las operaciones este año se centraron en el área de servicios públicos pero abarcan una amplia gama de sectores, desde alimentos y bebidas hasta transporte.
Monashees atrajo la atención de Beijing hacia la tecnología brasileña cuando en 2014 vendió Peixe Urbano un sitio web que ofrece descuentos locales a Baidu, el gigante del Internet. Monashees espera replicar ese éxito tras el viaje con 60 empresarios a China.
El grupo brasileño se reunió con las principales empresas de tecnología en China, desde Baidu hasta Alibaba y Tencent, enfocándose en diversas áreas como el software como un servicio, la tecnología financiera, la e-salud y la educación electrónica, afirmó el cofundador Eric Acher. El grupo comenzó hace 10 años e invierte en Argentina, Colombia y Silicon Valley, además de Brasil.
Los recientes avances en innovación y tecnología de China son muy tangibles para los empresarios brasileños, contó Archer. “Podemos aprender mucho de lo que ha sucedido en los últimos 15 años en China como mercado emergente, que se ha convertido en el segundo ecosistema más grande de la tecnología en el mundo”, agregó.
La decisión de Beijing de abandonar los recursos puros mantiene vivos los flujos de inversión hacia América latina.
Desde 2012, durante la desaceleración económica, los préstamos del Banco Mundial en la región disminuyeron un 50%, los préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo se mantienen estables pero los préstamos de China se han disparado, según los datos de la OCDE.
“China está actuando como un prestamista anticíclico, como el estabilizador”, dijo Angel Melguizo, director del centro de desarrollo de América Latina y el Caribe bajo la OCDE.
Gran parte de ese dinero ha fluido hacia la energía y la infraestructura de Brasil. Pero mientras que las inversiones previas se habían dirigido hacia la infraestructura controlada por el Estado, replicando el modelo chino, el nuevo financiamiento abarca “inversiones en el mercado”, señaló Marcos Caramuru de Paiva, el embajador de Brasil en Beijing. “Es una demostración de lo dinámicas que son las relaciones”.
China y Brasil están ultimando los detalles de un fondo de inversión bilateral entre China y Brasil, que se anunció por primera vez el año pasado, al que China aportará u$s 15.000 millones. El nuevo fondo formará parte del Fondo de Cooperación China-América Latina, agregándose al actual mandato de inversión de u$s 30.000 millones. Han Deping, el presidente del fondo, contó que otros futuros objetivos incluyen las energías renovables como la energía solar, la logística y la manufactura de alta calidad
Fuente: Cronista – Financial Times