Fin de la era de grandes ganancias y el comienzo de un nuevo mundo

7 de Agosto de 2017 - Destacados

Crisis (ideograma alfabeto chino).

Según una investigación de McKinsey Global, una era de 30 años de crecimiento ininterrumpido de ganancias por partes de las empresas, parece estar llegando a su fin.

La competencia global es cada vez más intensa a medida que las compañías se hacen globales y que la tecnología -y las firmas que facilitan la tecnología- avanzan con vertiginosa velocidad sobre nuevos sectores de la economía.

La estimación es que el actual nivel total de ganancias empresariales que ahora está en 10% del producto bruto mundial, puede reducirse a menos de 8% para una fecha tan cercana como 2025. Es decir, se perdería en una década el nivel de todas las ganancias obtenidas durante los últimos 30 años.

Hay una comparación fácil. Entre 1980 y 2013 crecieron enormemente los mercados mundiales, mientras que, simultáneamente, bajaban los costos impositivos, el costo de los préstamos financieros, los costos salariales, el de los equipos y el de la tecnología. Las ganancias totales de las empresas más grandes del mundo eran de US$ 2 billones (millones de millones) en 1980, y pasaron a US$ 7,2 billones en 2013, con lo que las utilidades pasaron de ser 7,6% del producto bruto mundial a 10%.

Todavía hoy, las grandes firmas de las economías más avanzadas del planeta obtienen dos tercios del total de utilidades, lo que las convierte en las más rentables. Las multinacionales se beneficiaron de mayor consumo e inversión industrial, la disponibilidad de mano de obra barata (entonces en China) y de la globalización de las cadenas de aprovisionamiento.

Pero las señales de cambio en el ambiente y en la propia naturaleza de la competición global, son abundantes y elocuentes. Si bien los ingresos globales pueden aumentar 40%, alcanzando US$ 185 mil millones para 2025, el nivel de ganancias se está erosionando. Lo que puede implicar que el total de las ganancias corporativas mundiales caigan del 5 al 1%, exactamente igual a como era en 1980, antes del boom.

Es que ahora hay nuevos actores. De un lado, grandes compañías originadas en las economías emergentes. Después de alcanzar tamaño gigantesco en sus mercados locales, comenzaron la expansión por el resto del planeta. Del otro, high tech firmas que están introduciendo nuevos modelos de negocios de crecimiento explosivo y que decretan la muerte de otras empresas tradicionales.

Hay un desplazamiento desde la industria pesada, a sectores centrados en ciencia y tecnología, marcas, algoritmos y software. El negocio financiero, medios digitales, productos de IT, empresas farmacéuticas y de biociencias. Los nuevos competidores vienen en bandadas, y son cada vez más numerosos y poderosos, porque además obtienen altos márgenes de rentabilidad.

¿Cómo salvar esta grieta? ¿Cómo se concilian ambas visiones?

Promesa incumplida de los “Unicornios”

Cuando el siglo pasado agonizaba, un eficiente visionario, Lou Gerstner, que por entonces comandaba IBM, profetizaba que la mayoría de las compañías puras de Internet eran “mariposas antes de la tormenta”. Tal vez, decía, dos o tres de ellas resulten rentables. Pero los verdaderos campeones conductores del proceso de comercio online, serían gigantes de la industria como IBM, Ford o Wal Mart.

Algo de razón tenía. Muchos nombres prometedores desaparecieron, pero otros como Amazon se convirtieron en gigantes que dejaron como enanos a los de la talla de IBM.

Una discusión parecida hay hoy en Silicon Valley en torno a los “unicornios”. Empresas que apenas son start ups con prometedores modelos de negocios, que tienen un valor de mercado superior a los US$ 1.000 millones, cuando en muchos casos todavía no han comenzado a operar.

Los fondos de los inversores comienzan a escasear, los inversionistas se vuelven más prudentes. Por cada Uber que irrumpe, arrolladora, hay docenas de iniciativas que perecen. Y otras más antiguas, como LinkedIn, tambalean.

Seguramente no habrá otra burbuja como la de algo más de una década atrás. Hay firmas muy sólidas en el sector de vanguardia, todas en la nube, y desarrollando inteligencia artificial, data analytics y big data.

Las antiguas y las nuevas se aprestan a la madre de todas las batallas; Internet de las Cosas.

Mientras tanto, sea en Davos como en otros foros internacionales, empresarios y dirigentes mundiales siguen hablando de la “cuarta revolución industrial” que se avecina: cambios masivos e intensos en los negocios, en la sociedad y en la conducta de la gente como consumidores y como ciudadanos. Cambios que resultarán de la fusión del mundo digital, físico, y de los entornos biológicos.

Un escenario donde se ve a los robots reemplazando a los trabajadores; órganos implantados gracias a la 3D, manifestaciones inimaginables de la inteligencia artificial que estará disponible.

Estas visiones del futuro cercano pueden alcanzarnos pronto. Pero la realidad es que la gran mayoría de los actores no está preparado para gestionar esa verdadera revolución que se avecina.

Las nuevas maneras de producir apuntan a creciente automatización y nuevos métodos y técnicas en la fabricación. La globalización parece girar en torno a una dirección más digital y totalmente diferente a lo conocido.

No crecen los flujos financieros, de mercaderías o de servicios entre distintas partes del globo. Lo único que crece es el flujo de información digital en todos los países y continentes.

Entendamos este nuevo mundo.

Fuente: Mercado

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