La recuperación global ofrece oportunidades a los mercados emergentes

26 de Enero de 2018 - Destacados

La economía mundial está disfrutando de una recuperación sincronizada. Eso es una buena noticia para los países emergentes y en desarrollo. También representa una oportunidad. La desaceleración en la tasa potencial de expansión está afectando a muchos de estos países. Esto no sólo es el resultado de un cambio demográfico, sino también de un debilitamiento en el crecimiento de la productividad. Eso se debe abordar con urgencia.

Las más recientes Perspectivas económicas globales del Banco Mundial describen el panorama. A precios de mercado, se estima que el crecimiento mundial fue de 3% en 2017, y que alcanzó el 4,3% en los países emergentes y en desarrollo. Este año se prevé que llegue a 3,1%, mientras que el de los países emergentes y en desarrollo sería de 4,5%.

Como siempre, se anticipa que Asia sea la región de mayor expansión. En otros lugares, el desempeño es menos alentador. Se pronostica que las economías emergentes y en desarrollo exportadoras de materias primas crecerán sólo un 2,7% este año, más que el 1,8% de 2017. En la región de Latinoamérica y el Caribe se pronostica que la expansión será de sólo 2% en 2018, frente al 0,9% del año pasado. Brasil está saliendo lentamente de una profunda recesión. También se pronostica que el crecimiento en el África subsahariana y en el Medio Oriente y el norte de África continúe siendo lento, con 3,2% y 3%, respectivamente.

La buena noticia, sin embargo, es que las condiciones globales son propicias para una expansión ampliamente compartida. Los precios de las materias primas rebotaron. El comercio también se ha recuperado, respaldado por el fortalecimiento de la inversión. Se estima que el volumen del comercio mundial aumentó 4,3% el año pasado y se prevé que suba 4% este año. Los flujos de capital hacia las economías emergentes se fortalecieron en 2016 y de nuevo en 2017. El reciente incremento ha sido en los flujos de cartera y en otros préstamos, pero más de la mitad se encuentra en la forma más estable (y más beneficiosa) de inversión extranjera directa.

Tal como acertadamente lo señala el informe, los evidentes riesgos que implican el “estrés financiero, mayor proteccionismo y crecientes tensiones geopolíticas” son una amenaza para los países emergentes y en desarrollo. Los más grandes tienen capacidad para responder ante los acontecimientos externos adversos. China e India han demostrado ser capaces de manejar eventos externos negativos. Pero no sucede lo mismo en el caso de la mayoría de los otros países emergentes y en desarrollo, incluso los grandes como Brasil o Rusia. Éstos últimos esperan contar con un escenario externo benigno; pero si se produce otra crisis, es probable que sufran las consecuencias.

Lo que pueden hacer es mejorar su dinamismo subyacente, lo cual también debería convertirlos en más resilientes. Es en esto en lo que se enfoca el informe. Se sabe que en los países de altos ingresos se ha producido una ralentización de la expansión potencial debido al envejecimiento de la población y al debilitamiento del crecimiento de la productividad. Pero se tiene menos conciencia de la no muy diferente desaceleración que se está observando en los países emergentes y en desarrollo, pese a que es más alarmante.

Los países emergentes y en desarrollo tienen una mayor necesidad de rápido crecimiento que los países de altos ingresos porque todavía son muy pobres. Además, deberían tener un mayor potencial de crecimiento debido a su capacidad (al menos en teoría) de alcanzar los niveles de productividad de los países de altos ingresos.

Sin embargo, la tasa de crecimiento potencial de los países emergentes y en desarrollo se está desacelerando. El Banco Mundial pronostica una expansión potencial de las economías emergentes y en desarrollo promedio de 4,3% entre 2018 y 2027. Esto es 0,5 puntos porcentuales menos que la media de 2013-17 y 0,9 puntos porcentuales por debajo de su promedio de hace una década. Además, esta desaceleración es ampliamente compartida: entre 2013 y 2017, el crecimiento potencial estuvo por debajo de su promedio a más largo plazo en casi la mitad de todos los países emergentes y en desarrollo.

La desaceleración en estas economías parcialmente refleja el envejecimiento de la población, como es el caso en los países de altos ingresos. La débil inversión y el menor crecimiento de la “productividad total de los factores” (PTF) una medida de la producción generada por una determinada cantidad de mano de obra y de capital también influyen en la ralentización de la potencial expansión de estos países.

Sin cambios importantes en las políticas, es altamente probable que se produzca esta desaceleración. Continuará el envejecimiento de la población en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo. También podría ser inevitable que siga perdiendo ritmo el aumento en la productividad total de los factores. Puede que haya disminuido debido a que han madurado las tecnologías de la información y de las comunicaciones de la década de 1990, particularmente el Internet. La menor desagregación de la producción que cruza fronteras también puede estar debilitando la difusión de la tecnología y de otros conocimientos. Es probable que las envejecidas fuerzas laborales sean menos capaces de adaptarse. El crecimiento de la productividad total de los factores también está relacionado con el aumento de la inversión. Pero, desde 2010, el incremento de la inversión se ha desacelerado drásticamente en los países emergentes y en desarrollo, desde tasas de dos dígitos inmediatamente después de la crisis financiera mundial hasta un mínimo poscrisis de tan sólo 3% en 2016.

Sin embargo, una política enérgica podría compensar la prevista desaceleración del crecimiento potencial. Por ejemplo, es posible mejorar la calidad de la fuerza laboral. Las tasas de finalización de la educación secundaria se están acercando a los niveles de las de los países de altos ingresos. Pero hay un sustancial margen para seguir mejorando la calidad y la cantidad de la educación, particularmente en el nivel terciario, así como la participación femenina en la fuerza laboral. Transformar la calidad del marco normativo y de las instituciones gubernamentales, en particular del sistema legal y de las regulaciones, también podría ser extremadamente útil. El resultado debiera ser un mayor esfuerzo empresarial, más competencia, una mayor inversión y mejoras más rápidas en la productividad.

Las economías emergentes y en desarrollo deberían aprovechar la expansión mundial actual para alentar una mayor inversión y llevar a cabo las reformas necesarias para aumentar el crecimiento de la productividad. Pero deberían actuar ahora. El sol económico nunca dura mucho. Deberían anticipar un clima más tormentoso en el futuro.

Autor: Martin Wolf Fuente: Cronista / Financial Times

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