Esperanza de vida y baja natalidad desafían las finanzas publicas
15 de Febrero de 2018 - Destacados
Gasto en defensa y políticas de inmigración han estado en el centro de las últimas discusiones sobre el incremento del techo de la deuda de Estados Unidos, pese a que el desafío central es otro: el envejecimiento de la población. Menores tasas de fertilidad y el aumento en la esperanza de vida representan el desafío no sólo para los estadounidenses, sino que también para gran parte de las mayores economías globales, que ven como se incrementan rápidamente los gastos en salud y pensiones, poniendo en riesgo el equilibrio de las finanzas públicas.
En el caso de la primera economía mundial, hace sólo 10 años la proporción de la población que tenía 65 años o más era sólo de 12,5%, hoy es 15% y en 20 años se proyecta en 21%. En base a estas cifras, un estudio de Brookings, elaborado por Louise Sheiner, anticipa que el gasto federal aumentará desde el 21% del PIB actual a casi 30% en tres décadas, mientras que el incremento de los ingresos fiscales se proyecta lento a lo largo del tiempo. “Los continuos desequilibrios resultantes entre el gasto y los ingresos dan lugar a un futuro fiscal insostenible”, subraya el documento.
En ese contexto, se estima que la deuda federal, que ya está en un nivel históricamente alto de 75% del PIB, aumente rápidamente alcanzando el 150% en 2047.
Este tipo de problemas también acechan a los países de la Unión Europea, donde la tasa de dependencia de la vejez (personas de 65 años o más en relación con las personas de 15 a 64 años) fue de 29,6% en 2016 y se prevé que aumente progresivamente hasta llegar a 51,2% en 2070.
En tanto, en Japón el fenómeno ya llegó hace un tiempo, con una tasa actual de dependencia de vejez cercana al 50%, que podría incrementarse hasta alrededor de 80% en 2050, según proyecciones de la OCDE.
“Japón es un país que como resultado del envejecimiento de su población ha tenido que realizar cambios significativos a su forma de vida”, afirma Jacob Kirkegaard, economista senior de Peterson Institute, quien anticipa que los demás países también tendrán que ceder a los cambios, como la flexibilización de las políticas de migración en el archipiélago, antes muy estrictas y ahora más flexibles, ante la debilidad que encaraba su mercado laboral por la creciente población de adultos mayores.
Políticas a implementar
El fenómeno es inevitable y se extiendo por el globo. En ese marco, Fabian Zuleg, director ejecutivo y economista jefe del European Policy Centre, indica que “la respuesta obvia es extender las edades de jubilación y apoyar el envejecimiento saludable para alentar a las personas a permanecer en el mercado laboral durante más tiempo, así como también integrar a todos los grupos en el mercado laboral, incluidas las mujeres”.
Los recursos para los cuidados de salud son efectivamente una de las partidas que harán padecer a los presupuestos nacionales si no se implementan desde ya nuevas políticas. Por ello, Zuleg plantea que “la salud necesita pasar de un enfoque en la intervención hospitalaria/médica a una más concentrada en la prevención y cambios en el estilo de vida”.
Su opinión es compartida por Kirkegaard, quien especifica que hay varias maneras de ajustar los sistemas de salud para dar respuesta al envejecimiento. Una de ellas, es justamente cambiar el enfoque hacia los cuidados en el hogar, con facilitaciones en las casas y en centros cercanos a estas, evitando las costosas hospitalizaciones. La otra es concentrar el cuidado en la vejez temprana, en lugar de invertir la mayor proporción de recursos en los últimos meses de vida de una persona.
Para abordar el asunto de las pensiones, otra partida que gana peso en el gasto público, es importante que se revise la edad de retiro. “El envejecimiento de la población y las preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera han creado presiones sobre los responsables de las políticas para elevar la edad de jubilación, aún si a la mayoría de las personas no les gusta esto”, indica el más reciente informe de la OCDE en la materia, publicado a fines del año pasado.
En ese marco, el organismo está recomendando un ajuste automático de la edad de jubilación en relación al aumento de la esperanza de vida, de manera que se evite el debate político, donde no resulta popular proponer que los ciudadanos trabajen por un tiempo más prolongado. Así, subrayan que se debe procurar que la permanencia en el mercado laboral sea efectiva y que, por lo tanto, esté acompañada de políticas de capacitación a lo largo de la vida laboral.
Pero no todo se acota a fórmulas para impedir que aumenten los gastos del Estado; fortalecer el mercado laboral también es crucial a la hora de pensar en incrementar los ingresos. En el caso de EEUU, una política de migración moderna ayudaría en este desafío, considerando que el 75% de los que llegan al país están en edad de trabajar. “El aumento de la participación en la fuerza de trabajo probablemente generará pequeños aumentos en los beneficios de la Seguridad Social (…) también puede ayudar a las familias a ajustarse a una mayor esperanza de vida, a menores rendimientos del ahorro derivado del envejecimiento de la población y a cualquier recorte de beneficios promulgado en respuesta a los desafíos fiscales del envejecimiento”, señala el documento de Brookings.
Fuente: Pulso